DIMAS MARTÍN SOCAS
Mª DOLORES CÁMALICH MASSIEU
PEDRO GONZÁLEZ QUINTERO
M.ª DOLORES MENESES FERNÁNDEZ
ALFREDO MEDEROS MARTÍN
El poblado de Campos (Cuevas del Almanzora, Almería). Resultado de las campañas de excavación de 1985 y 1986.
This paper presents the first results obtained in the study of the chalcolithic settlement of Campos during the 1985 and 1986 excavations.
At the scope we have today on these communities, a comparative analysis was made with the results obtained by E. & L. Siret at the end of the last century; the problems derived from this study were also pointed out.
El poblado de Campos está situado en el borde sudoeste de un espigón amesetado que se orienta en dirección sur y flanquea por su vertiente occidental la vega del mismo nombre y el río Almanzora, a unos 1.500 rn. al nordeste del pueblo de Cuevas del Almanzora (Almería). Sus coordenadas geográficas son: 37º 18' 03" lat. norte y 01º 49' 15" long. oeste. Su altura con respecto al nivel del mar es de 110 m.
Las dos campañas de referencia han sido realizadas por el Departamento de Prehistoria, Antropología y Paleoambiente de la Universidad de La Laguna, en los meses de septiembre y octubre de 1985, y agosto y septiembre de 1986. El equipo estaba formado por licenciados y estudiantes de la Universidad de La Laguna y del Colegio Universitario de Almería.
Ambas campañas han sido subvencionadas por la Dirección General Bienes Culturales de la Junta de Andalucía, como integrantes de la primera fase del proyecto de investigación sobre La Edad del Cobre en la Cuenca Bajo Almanzora. Además, hemos contado con la valiosa y constante ayuda apoyo del Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora, así como de la Diputación Provincial de Almería, cuya colaboración nos ha sido fundamental al permitirnos disponer de los obreros necesarios para los trabajos programados cada año.
Estas investigaciones se corresponden con las tercera y cuarta campañas de las realizadas recientemente en el yacimiento, las únicas después de su descubrimiento y trabajos allí efectuados por E. y L. Siret a fines del siglo pasado(1). No obstante, si tenemos en cuenta las circunstancias de la historia del poblado a lo largo de estos estudios, hemos de considerar las campañas de 1985 y 1986 como una nueva etapa en su conocimiento, conflictiva, pero no menos interesante, pues demuestra que un yacimiento, y con especial incidencia en los de habitación, a pesar de tener zonas destruidas puede aportar una valiosa información. En efecto, Campos en el intermedio de nuestros trabajos fue destruido parcialmente, aún y cuando habíamos advertido reiteradamente de los peligros que amenazaban al yacimiento.
Las dos primeras campañas se efectuaron en los años 1976 y 1977, donde se consiguieron unos resultados interesantes, a pesar de sus claras diferencias con la documentación aportada por E. y L. Siret, pues permitían apuntar nuevas perspectivas para algunos de los problemas que habían planteados en el poblado(2). Sin embargo, el estudio se vio truncado bruscamente y en un momento decisivo, pues el cerro fue allanado con una excavadora mecánica en unas circunstancias bastante confusas y nunca bien aclaradas. Como resultado de este fenómeno, nos encontramos con la pérdida de una parte fundamental de la información y en especial de la referida al área de las construcciones identificadas hasta ese momento.
En consecuencia, a partir de entonces nos enfrentábamos ante uno de los poblados clásicos de la bibliografía, que lo encuadraba como de fines del Neolítico e inicios de la metalurgia en la zona, y con unas características poco comunes, acentuadas a partir de entonces, entre otras razones, por:
1. Poseer una documentación compleja, problemática y en algunos aspectos muy confusa, pues, por un lado existía una clara divergencia entre los distintos fenómenos culturales presentes y los materiales asociados que publican E. y L. Siret. Y, por otro, entre éstos y los resultados obtenidos en nuestras dos primeras campañas, donde se reconocen estrechas conexiones con los poblados de la zona, tales como Almizaraque y El Malagón(3), frente a la concepción tradicional de relacionarlo, tanto por su trazado como por su planteamiento técnico, con yacimientos lejanos como Lébous, y Pedra do Ouro(4).
2. Esta última relación se apoyaba, básicamente, en la existencia de una edificación que por su estructura, dimensiones y técnica constructiva, presentaba una personalidad singular y diferenciadora dentro de los poblados de la Edad del Cobre peninsular. Y de ahí las interpretaciones tan diversas.
3. Una visión tradicional de que el poblado y dicho recinto defensivo o casa fortificada venían a ocupar el mismo espacio, a pesar que la información de E. y L. Siret al respecto señala claramente cómo el núcleo de habitación tiene una extensión mucho mayor(5).
4. La presencia de vestigios vegetales variados que -caso de las lentejas, consideradas como un hallazgo singular dentro del horizonte cultural a que se asimilaba el poblado-, no podía ser explicada de forma clara con dicha documentación.
La acción destructiva de la excavadora mecánica tuvo lugar, exclusivamente, en el área occidental del yacimiento, entendiendo por tal el espacio situado entre la carretera de Cuevas del Almanzora al Alhanchete, que divide longitudinalmente a Campos, y la ladera orientada hacia el río Almanzora, zona que coincide exactamente con el área identificada tradicionalmente como el núcleo del poblado. Resultado de esta actuación ha sido la modificación artificial del perímetro del espolón donde se asienta el yacimiento, pues toda la tierra extraída fue depositada en sus márgenes oriental y meridional, donde se ha ido apelmazando y cohesionando con la superficie natural del cerro.
Las investigaciones llevadas a cabo en 1985 y 1986 se han centrado tanto en esta zona, con el propósito de evaluar la intensidad de la destrucción y de estudiar los restos conservados, como en el área situada a oriente de ese sector, entre la mencionada carretera de Cuevas del Almanzora al Alhanchete y el cortijo de la Era Alta, espacio apenas explorado por E. y L. Siret. Aquí, se abrieron cortes en las inmediaciones a dicha carretera y en la zona junto a la era perteneciente al citado cortijo.
En el área occidental se delimitaron cinco cortes, tres de los cuales, los números 1, 2 y 14, fueron abiertos en la zona aplanada por la máquina citada y en el perfil lateral formado por ésta en su avance, con unas dimensiones de 10 m. de largo por 5 m. de ancho. Los dos restantes, cortes números 3 y 4, se situaron inmediatamente al noreste, fuera de dicha zona y tenían unas dimensiones de 5 m. de lado, resultando estériles y de escasa potencia.
El corte nº 1 se planteó en la zona meridional del espigón e inmediato a la ladera orientada hacia el río Almanzora, donde se apreciaba un cambio en la dirección de la excavadora mecánica y que interpretamos como resultado de dos circunstancias diferentes. Por un lado, la proximidad de la ladera, con un acusado desnivel en ese sector y, por otro, la posible resistencia ofrecida por una supuesta construcción, de acuerdo con la gran cantidad de piedras dislocadas y claramente visibles.
En consecuencia, había indicios racionales para suponer que allí estaría el recinto presentado por E. y L. Siret y la posibilidad de encontrar una parte de él intacto, permitiendo resolver, o al menos aclarar en alguna medida, los problemas existentes con el mismo.
Sin embargo, a medida que se iba avanzando en los trabajos se fue comprobando cómo la acción de la máquina fue más intensa y profunda de lo supuesto inicialmente, hasta el punto de remover todo el sector, salvo el ángulo noroeste del corte, donde el inicio del desnivel del terreno permitió la conservación de los niveles de base.
Ahí se identificó un alineamiento de seis piedras, correspondientes a la base de una construcción, probablemente sólida si tenemos en cuenta el volumen de las conservadas y dispuestas en sentido longitudinal al corte, a las que se asocian otras de asimilación más confusa. Estas piedras aparecen en un nivel de tierra grisácea negruzca, perteneciente a un incendio, con cierta concentración de materiales, especialmente cerámicas, y donde en algún sector se observan restos de madera quemada y muy fragmentada. Asociada a ella aparece una tierra rojiza y muy compacta, correspondiente a barro endurecido por el fuego.
Bajo ese nivel de tierra oscura carbonosa, con una potencia de 0,20-0,30 m., aparece otro de arcilla amarillenta, visible al exterior del muro y no afectado por el fuego, descansando sobre un nivel estéril con pequeñas piedras y cantos rodados.
En un intento de aproximación de estos restos con la planta de la edificación defensiva o barbacana presentada por E. y L. Siret, nos encontramos con la imposibilidad de asimilación clara, dada la escasa entidad de la documentación obtenida.
Igualmente, por la reducida distancia existente entre el mencionado lienzo de muro y el pequeño espacio circundante próximo al perfil occidental del corte, tampoco fue posible comprobar la presencia o no del foso que, según los dibujos de los primeros excavadores del yacimiento, presentaba al exterior esta edificación(6), fenómeno constructivo que ya ha sido descubierto de forma clara en Los Millares(7).
El corte nº 2 se situó a 1 0 m. al este y en sentido perpendicular del corte 1, en plena zona allanada. Con él se pretendía determinar la intensidad de la destrucción fuera del área de las edificaciones y se pudo observar cómo ésta fue de tal magnitud que, en la práctica, profundizó hasta el suelo virgen, encontrándose las huellas de la reja de la excavadora intensamente marcadas en el mismo.
El corte nº 14 fue planteado a 13 m. al nordeste del extremo septentrional del corte 2, donde se observaba una pequeña acumulación de piedras que parecían tener conexión entre sí y habían sido puestas al descubierto en el perfil lateral formado por la acción de la excavadora en su avance. Una vez limpia la capa superficial, se pudo comprobar la existencia de una alineación de piedras conexas y con una orientación de nordeste a suroeste, siguiendo el desnivel producido por un escalón rocoso natural del cerro.
En el sector septentrional de dicho corte se observan indicios de que el muro se levantó apoyándose contra ese escalón, de tal manera que su cara interna descansaba en el suelo del cerro y estaba reforzada con un pequeño cimiento, mientras la cara exterior se erigió directamente sobre el desnivel rocoso, habiéndose rebajado para su apoyo otro pequeño foso. El espacio intermedio se rellenó con barro apelmazado y piedras de pequeño tamaño. Sin embargo, en el sector meridional, el muro se pierde totalmente por efecto de la máquina, si bien sobre el escalón rocoso se observan vestigios de la continuidad del pequeño foso correspondiente a la cara exterior.
En la zona situada entre la carretera de Cuevas del Almanzora al Alhanchete y el cortijo de la Era Alta se extiende, también, como ya hemos señalado, el poblado de Campos, en un espacio apenas explorado por E. y L. Siret.
Este área se ha utilizado durante unos años como terreno para el cultivo de tomates, labrándose la tierra mediante dos tipos de arados mecánicos, uno para mover el terreno y esponjario y el otro para abrir los caballones necesarios para las matas. El peligro inherente a estas labores era que dada la escasa potencia estratigráfica observable a través del perfil de la carretera, la remoción hubiera afectado igualmente a toda la superficie y que, por consiguiente, nos encontráramos todo revuelto.
Aquí se han planteado doce cortes. Estratigráficamente, en este sector nos encontramos con un sólo estrato, donde se aprecia un nivel superficial de amplitud variable al estar en relación directa con la profundidad alcanzada por los dientes de la reja del arado que, en algunos lugares, penetra de forma acusada. Bajo él han sido identificados un fondo de una estructura no determinada, restos de un lienzo de muro totalmente destruido, once construcciones artificiales excavadas en el suelo y un enterramiento infantil (Fig. nº l).
El nivel de habitación viene marcado por la presencia de un pavimento conformado por pequeñas piedras irregulares, ligeramente excavado en el suelo, limitado como un espacio de tendencia circular y con una fuerte concentración de materiales. En él hay que señalar la inexistencia de vestigios de muro, ignorándose si la causa de este fenómeno es por la remoción del arado o bien porque originariamente carecía de una estructura sólida.
El posible lienzo de muro se localizó al oeste del extremo meridional del corte 6 y estaría formado por piedras de volumen medio, si bien su nivel de destrucción era tan acusado que no fue posible delimitar su extensión o el grosor real de sus paredes. Entre las piedras y en sus inmediaciones aparecía una importante concentración de materiales totalmente dispersos, destacando cerámica de diversas formas, técnica de fabricación y tratamiento, una placa de arquero de pizarra, varias puntas de flecha, láminas de sílex con y sin retoques y fragmentos de punzones de hueso.
No obstante, donde el yacimiento adquiere su mayor interés y complejidad, de acuerdo a su estado de conservación es, sin lugar a dudas, en las construcciones excavadas artificialmente en el suelo del poblado.
Analizadas globalmente, éstas se caracterizan por presentar marcadas diferencias entre sí, tanto en dimensiones como en sus profundidades y estructuras, muchas de las cuales tienen su origen en las circunstancias específicas del suelo en el espacio donde han sido realizadas.
Así, nos encontramos con una notable variedad que van desde simples y ligeros rehundimientos en el suelo a perforaciones que llegan a alcanzar el metro y medio de profundidad. Estrechamente relacionadas con este hecho y con la composición de los suelos que atraviesan han de entenderse sus formas y dimensiones. En efecto, parece existir una idea preconcebida para realizarlas siguiendo un esquema estándar y caracterizado por una boca exterior, de donde arranca un pequeño cuello y de ahí se iniciaría una divergencia de sus paredes hasta la base. Ahora bien, la realidad evidente es que la formación del subsuelo no permitió desarrollar un formato uniforme a todas, y así nos encontramos con una construcción que podríamos considerar como típica en el corte no 6, frente a otras totalmente irregulares, pues al estar excavadas en un suelo formado por un débil conglomerado de gravas, era imposible llevar a la práctica la idea matriz y sus autores hubieron de adaptarse a la forma que el terreno les permitía adoptar, como ocurre en el rehundimiento del corte nº 15.
Esta inestable estructura de las paredes, correspondiente a los suelos de grava, además de su fragilidad y amenaza constante de derrumbe suponía, también, al ser muy permeables, unas pésimas condiciones para el almacenamiento y conservación de productos alimenticios. Esta realidad se intenta subsanar en algunos casos mediante la protección de dichos sectores con un revoco, realizado con los limos amarillentos característicos de la zona e idóneos para este fin. Su espesor variará según la zona donde haya de ser aplicado. Así, será más fino y ligero en las partes altas de las paredes y más grueso en las proximidades de la base, como se comprueba en la construcción del corte nº 6, donde parecía reforzarse con guijarros y piedras pequeñas, además de aportar vestigios de barro con improntas de cañas de una tosca cestería.
Con esta cobertura parcial de las paredes se pretendía, por un lado reforzarlas y regularizarlas y, por otro, impermeabilizarlas para conseguir las condiciones más adecuadas de cara a la conservación y almacenamiento de productos alimenticios, en especial los agrícolas,
Este esquema no se puede aplicar con carácter general, pues los rehundimientos del corte nº 8, del corte nº 9 y sobre el que se dispuso el enterramiento, al igual que el situado en la línea divisoria de los cortes 5, 17 y 19, no se ajustan a dichas características. En estos tres casos se observa cómo presentan unas paredes rectas verticales que suponen una prolongación de la estructura de la boca.
Con el propósito de establecer con nitidez las peculiaridades de las diferentes construcciones citadas, por otro lado tan complejas, conviene insistir en los dos aspectos mencionados: a) que el revoco sólo ha sido identificado en dos de los rehundimientos, no en todos, y responde claramente a la cobertura de aquellos sectores de las paredes que han sido excavadas en el suelo de gravas y nunca en el limoso, fino y poco compacto; y, b) que en el caso de las construcciones realizadas exclusivamente en este último suelo, la forma final resultante depende de las funciones para la que fueron fabricadas.
Sólo de esta manera podremos entender la divergencia existente entre los pequeños rehundimientos mencionados o cubetas, la estructura típica de silos de otros y la forma de tendencia cilíndrica que adopta el rehundimiento del corte nº 8.
Por las dimensiones, formas y profundidad de las pequeñas cubetas, resulta muy difícil determinar la función para la que fueron destinadas, pero su clara posición dentro de un área de habitación nos lleva a plantear, a modo de hipótesis, si no serían espacios de apoyo de grandes recipientes cerámicas, molinos o morteros de piedra para la molturación de granos.
Por último, la construcción del corte nº 8, presenta un trazado de paredes totalmente verticales, dando como resultado una estructura cilíndrica.
Excavada en el suelo limoso, fino y poco compacto, los trabajos permitieron comprobar que los dos tercios superiores de su potencia se caracterizaba por un relleno de tierra fina y suelta, en ocasiones asociada a losas de pizarra y donde el material fue muy escaso. Sin embargo, el tercio inferior estaba compuesto por una serie de capas de tierra muy finas y duras, apelmazadas, con una disposición absolutamente horizontal, formando niveles cerrados que delimitaban en los perfiles claros anillos de 6-9 cms. de espesor, diferenciándose entre sí por ligeros matices de color. En cuanto a los materiales, en la práctica fue estéril.
De acuerdo con las primeras impresiones, que han de ser ratificadas por los análisis en curso, es posible considerar esta construcción como un depósito para agua que, en un momento determinado cae en desuso y se abandona. Tanto la estructura de las paredes como del suelo son impermeables, lo cual explicaría el desarrollo de los niveles del tercio inferior como resultado de una lenta deposición de la arcilla en el agua almacenada.
Próximo a esta construcción, sobre el rehundimiento de corte nº 9, y una vez cubierto, se identificaron los restos de un enterramiento que data de un momento posterior al relleno del mismo. Su estructura estaba muy alterada por la acción del arado, si bien originariamente sería de piedras, de las cuales sólo se conservaban unas pocas correspondientes a la parte superior.
Se trataba de un cadáver infantil, en pésimo estado de conservación por la acción de las piedras, del tractor y los abonos. Dispuesto en posición decúbito lateral flexionado sobre el lado izquierdo, tenía el cuerpo orientado hacia el sur, pero el cráneo aparecía profundamente forzado al estar oblicuo hacia el norte y suelo del enterramiento.
Aunque carecía de materiales asociados, en sus inmediaciones se identificó un conjunto de piezas muy significativo que podrían aportar una valiosa ayuda para su encuadre cronológico-cultural, si se acepta la correspondencia entre ellos. Entre los materiales, se pueden citar los diferentes fragmentos del recipiente con decoración simbólica; de cerámica de paredes finas, negra bruñida y de muy buena calidad; algunos fragmentos con la superficie exterior cubierta de mamelones, además de un puñal de cobre y un fragmento de recipiente de mármol.
MATERIALES
En el estado actual de la investigación, sólo podemos ofrecer una visión muy general, a modo de avance, hasta que no finalicen los estudios y análisis en curso.
La cerámica representa el conjunto más importante y abundante del material de Campos y permite confirmar, en términos generales, la diferenciación establecida de la presencia de dos grupos cerámicas(8). En efecto, se independiza un primer grupo caracterizado por la mala calidad de sus pastas, poseer un desgrasante medio o grueso de tipo micáceo, de esquisto o cuarzo, poco compacto, donde la superficie tiene un color predominantemente oscuro rojizo, negruzco o rojizo-negruzco, que tradicionalmente se ha venido considerando como resultado de una cocción irregular, frente a las denominadas oxidante o reductora en sentido estricto, terminología en desuso al no existir una correspondencia entre la coloración de las superficies de las vasijas con el tipo de fuego o de homo al que han sido sometidas(9).
En cuanto a su tratamiento, en este grupo se observa una gran disparidad, pues oscila entre recipientes con un único proceso, normalmente un alisado, a vasos donde la superficie interior presenta un acabado minucioso y detenido, a través de un espatulado, mientras la exterior apenas ha sido burdamente uniformada, siendo por consiguiente tosca y grosera. La explicación a esta diversidad, a nuestro juicio, habría de buscarse en la correlación existente entre la forma de los vasos y la técnica de su fabricación.
Las formas más frecuentes de este grupo cerámica son las de tendencia cilíndrica de paredes bajas o medias, troncocónica invertida con la altura inferior al radio y elipsoidales con la altura también inferior al radio. En la mayoría de estos vasos se observa cómo han sido fabricados utilizando, en unos casos, moldes o soportes de cestería, cuando no en simples rehundimientos en el suelo, los cuales tendrían unas dimensiones similares a la base de la pieza a realizar, de tal manera que sujetaban la masa mientras se iba conformando la vasija. Esta sería la explicación de la presencia de improntas de cestería o de un soporte muy rugoso, tan característicos en la mayoría de las superficies externas de estos recipientes. Cuando se usan moldes, casos excepcionales, la superficie externa apenas se somete a un simple proceso de uniformado, situación que también se encuentra presente en los recipientes muy bajos y que apenas diferencian una pequeña altura con el labio. No obstante, cuando se incorporan las paredes que conformarán definitivamente el vaso, presentando en su unión con la base una protuberancia característica o baquetón, se comprueba cómo éstas piezas son manipuladas de forma similar a la superficie interna. Esto explicaría las diferencias observadas en el tratamiento de unos y otros vasos. En cuanto a la técnica de fabricación, hay un predominio del uso de cordones superpuestos (Fig. nº 2-b).
El segundo grupo corresponde a cerámicas con pasta de buena calidad. En él se pueden distinguir, por un lado, las de superficies de color rojizo anaranjado muy característico, bien alisadas o espatuladas y, en algunos casos, cubiertas con un engobe rojizo (Fig. 2-a). Las formas más típicas son las de tendencia troncocónica, la parabólica, la elipsoidal y la ovoide. En este conjunto se encuadrarían algunas piezas decoradas a base de incisiones, como la existente en la colección L. Siret depositada en los fondos del British Museum(10). Por otro lado, se pueden diferenciar las de superficies de color rojizo oscuro o negro, bien cuidadas, espatuladas o bruñidas. Sus formas más características son las de tendencia esférica con la altura similar o inferior al radio, y la elipsoide. Es precisamente, a este último conjunto al que pertenecen los fragmentos de cerámica simbólica, decorados o no, presentando una abundancia relativa de orificios de laña. Entre los decorados podemos señalar la presencia de un vaso de tendencia elipsoidal, con una decoración interior incisa, de anchura y profundidad variables, formando un motivo de círculo donde convergen al exterior y perpendiculares pequeñas líneas rectas irregulares (Fig. nº 3). Igualmente, hay restos de un vaso que tiene la superficie exterior decorada a base de protuberancias en relieve a modo de mamelón macizo (Fig. nº 5-b), identificados tanto en el exterior como en el interior del silo nº 1, claro reflejo de la correspondencia entre ambos.
Al igual que se observa en la cerámica, las últimas campañas han aportado un incremento relativamente importante de crecientes y pesas de telar de barro con respecto a las campañas anteriores. En general son muy toscos y algunos han sido fabricados con el mismo limo fino, impermeable, y posiblemente refractario, que se ha utilizado para proteger y consolidar las paredes de algunos rehundimientos.
Una situación similar encontramos en el material lítico. Entre el pulimentado, cabe señalar la presencia de una pequeña hacha de bisel simple y sección de tendencia oval (Fig. nº 4-a), un brazalete de arquero de pizarra con ambos extremos perforados (Fig. nº 5-f), la mitad de un pequeño mortero de tendencia elipsoidal y la mitad de un vaso de mármol blanco, que parece corresponderse con el fragmento publicado por E. y L. Siret(11), cuyo paradero desconocemos. El lítico tallado, además de lascas de desecho, laminillas y láminas de sílex sin retoques, está caracterizado por diferentes tipos de puntas de flecha y láminas retocadas (Fig. nº 4-b-e).
La industria ósea está presente con punzones, la mayoría fragmentados, punzones-espátulas, algunas con tipología similar a la característica de Almizaraque (Fig. nº 5-d), así como por tres cuentas de collar cilíndricas, dos de ellas de paredes cortas o discoidales.
Los adornos, además de los reseñados, están representados básicamente por conchas de moluscos perforados (Fig. nº 5-c y e), observándose un dominio de los realizados sobre Glycymeris glycymeris.
Los materiales metálicos no son muy abundantes en relación con los restantes artefactos, situación que, tampoco, es excepcional si tenemos en cuenta los hallazgos de los yacimientos de la zona. Consisten en fragmentos informes de sección circular, un punzón de sección cuadrangular (Fig. nº 4), una pieza con tipología de punta al presentar un extremo aguzado y un puñal de lengüeta y hoja plana (Fig. nº 5-a).
CONCLUSIONES Y PARALELOS
La presencia del alineamiento de piedras identificado en la campaña de 1985, más el fragmento de muro de la campaña de 1977 y el lienzo descubierto en 1986 en el sector nororiental de Campos, vienen a confirmar nuestra hipótesis de que la construcción publicada por E. y L. Siret como vivienda fortificada no podía ser interpretada más que como el núcleo central o barbacana de un complejo defensivo que tendría más de una línea de murallas(12). El número de recintos y su delimitación no se puede precisar en la actualidad, pues hasta el momento sólo ha sido posible detectarlo en una pequeña zona que, paradójicamente, coincide con uno de los sectores más inaccesibles del poblado.
Estos escasos hallazgos permiten reconocer algunas de las técnicas constructivas que señalaron sus descubridores y a las cuales no se les ha prestado la importancia adecuada. Es el caso de la existencia de una pequeña zanja donde se alojarían los cimientos de los muros o el aprovechamiento del entorno natural para conseguir una mayor solidez de las estructuras amuralladas, fenómeno que no es excepcional en este poblado como se está demostrando en otros núcleos de la Edad del Cobre peninsular.
Una consecuencia clara de la información actual es poder comprobar que este complejo defensivo se corresponde con un poblado mayor de lo que tradicionalmente se ha venido considerando, al ocupar toda la zona meridional del espolón amesetado y la Era Alta. Los resultados obtenidos en la campaña de 1986 nos confirmarán la hipótesis planteada tras la campaña anterior, de como era la organización o planificación del espacio interno, con un área diferenciada de viviendas y otra de producción y almacenamiento(13).
En efecto, si tenemos en cuenta que, tanto en el interior como en el exterior de las construcciones artificiales, se ha encontrado una cantidad extraordinaria de fragmentos de barro con improntas de cañas y ramajes, claramente derivados de las techumbres de construcciones, de las cuales solo hemos podido identificar el fondo de una estructura, hemos de deducir la existencia de una clara conexión entre unas y otras.
Igualmente, no es posible conocer si estas construcciones consistían en recintos con estructuras de barro o adobe, realizadas con los limos de la zona, o si por el contrario, tuvieron un zócalo de piedras que fue destruido y eliminado durante la preparación de la tierra para el cultivo en época actual.
Partiendo de esta hipótesis, una deducción aceptable sería la de considerar que la mayoría de las construcciones artificiales excavadas en el suelo fueran silos, salvo las excepciones representadas por las cubetas y el rehundimiento del corte nº 8. Esto explicaría el esfuerzo desarrollado para proteger y, especialmente, impermeabilizar sus paredes allí donde era necesario, con una clara intencionalidad de conseguir las condiciones más adecuadas para la conservación de productos.
Si atendemos a cómo aparecen los materiales en el interior de los silos, vemos que su relleno, a base de tierra y piedras, debió tener lugar en un momento en que estaban abandonados o bien debían tener un uso circunstancial, probablemente como escombreras. En efecto, se observa que los materiales estaban absolutamente dislocados, salvo en el nivel más profundo y directamente sobre la base de algunos silos, donde aparecen una serie de piezas cerámicas con indicios de conservar su posición originaria, siendo el mejor ejemplo de lo que decimos el rehundimiento del corte 15. En el caso del silo nº 1, el más rico y complejo, nos encontraríamos con una situación diferente, en el sentido de haber sido cubierto por un aluvión de agua y gravas, dando origen a una deposición muy peculiar de los mismos y localizada junto a las paredes.
En cuanto al rehundimiento del corte nº 8, la presencia de los niveles formados por un limo muy fino de deposición, totalmente horizontales y próximos a la base, es un rasgo típico de un proceso de sedimentación lenta en un medio líquido, fenómeno característico de aquellas construcciones realizadas para el almacenamiento de agua.
A la misma época del abandono del poblado podríamos atribuir el enterramiento infantil, si aceptamos la correspondencia de los materiales identificados en las inmediaciones y comentados con anterioridad, pues son claramente indicativos de un momento avanzado de la Edad del Cobre, inmediatamente anterior o contemporáneo con los inicios de la expansión campaniforme en la zona.
Las dimensiones de los silos, así como la abundancia y variedad de las semillas y huesos localizados en su interior, unido a los datos existentes desde su descubrimiento, son claros exponentes de la importancia que tienen la agricultura y ganadería dentro de la actividad económica de este poblado. Se puede apuntar que parecen reflejar una producción superior a la necesaria para la subsistencia de una comunidad como la que tendría Campos, fenómeno explicable si tenemos en cuenta que este núcleo no era independiente o autónomo, sino, por el contrario, estaría integrado en una dinámica de expansión tecnológico, económico y cultural que afecta a toda la zona sudeste. Este movimiento estaría englobado por unos poblados que se han ido transformando en grandes núcleos fortificados, de los cuales van a depender una serie de núcleos de habitación, como eslabones intermedios, dependientes o subsidiarios, tales como El Malagón, Campos o Zájara. Estos últimos poblados se caracterizan, entre otros rasgos, por a) su posición geográfica estratégica, tanto desde el punto de vista económico, y así se les ve situados en la margen más fértil de los ríos, la izquierda en el caso del Almanzora, como espacial, encontrándose siempre en accidentes que permiten un claro dominio de la zona circundante; b) no existir grandes distancias entre ellos y poder visualizarse directamente, de tal manera que puedan en todo momento interrelacionarse y, al mismo tiempo, protegerse entre sí, y c) intentar reproducir, de acuerdo a sus posibilidades, los principios y cánones de organización de los grandes núcleos(14).
En el caso del poblado de Campos y de los otros existentes en esta zona del Bajo Almanzora, no existe duda alguna de que el gran núcleo estaría en Almizaraque, no en Zájara como se ha propuesto(15), cuyos inicios datarían del Neolítico medio-final, como demuestran los materiales existentes de la colección L. Siret en los fondos del MAN(16).
Este proceso, de acuerdo con las dotaciones absolutas publicadas hasta el momento, se iniciaría en la primera mitad del tercer milenio, pero se incrementaría y se consolidaría durante la segunda mitad del mismo.
1. Siret, E. y L.: Las primeras Edades del Metal en el Sureste de España, Barcelona, 1890 pp. 69-80, láms. 9-1l.
* Este trabajo fue presentado en las lª Jornadas Arqueológicas de Torres Vedras, en abril de 1987.
2. Martín Socas, D. y Cámalich Massieu, M.Dª.: Las excavaciones en el poblado de Campos (Cuevas del Almanzora, Almería) y su problemática. "Homenaje a L. Siret (1934-1984)", Sevilla 1986, pp. 178-19l.
3. Martín Socas, D. y Cámalich Massieu, M.Dª.: Las excavaciones.... op, cit., nota 2.
4. Amal, J.; Martín-Granci, H. y Sangrneister, E.: Lébous, eine Frühbronzezeitliche befestigung in Südfrankreich, Germanía, 41-2, 1963, pp. 229-243.
Leisner, V. y Schubart, H.: Die Kupferzeitliche befestigung von Pedra do Ouro. Portugal, Madrider Mitteilungen, 7, 1966, pp. 23-33 y fig. 3-d.
5. Siret, E. y L.: Las primeras Edades.... op. ck., nota l.
6. Siret, E. y L.: Las primeras Edades.... op. cit., nota 1, lám. 9
7. Molina González, F.; Contreras Cortes, F.; Ramos Millán, A.; Mérida González, V.; Ortiz Risco, F. y Ruiz Sánchez, V.: Programa de recuperación del registro arqueológico del Fortín 1 de Los Millares. Análisis preliminar de la organización del espacio, Arqueología espacial, 8, 1986, p. 182 y fig. l.
8. Martín Socas, D.; Cámalich Massieu, Mª.D.; Tejedor Salguero, Mª.L.; Rodríguez Rodríguez, A. y González Quintero, P.: Composición mineralógica y evaluación de las temperaturas de cocción de las cerámicas de Campos (Cuevas de Almanzora, Almería). Estudio preliminar. Cuadernos de Prehistoria de Granada, 10, 1985, pp. 173-25 l.
9. Martín Socas, D.; Cámalich Massieu" Mª.D.; Tejedor Salguero, Mª.L.; Rodríguez Rodríguez, A. y González Quintero, P.: Composición mineralógica y evaluación... op. cit., nota S
10. Siret, E. y L.: Las primeras Edades.... op. cit., nota 1, lám. 10-78.
11. Siret, E. y L.: Las primeras Edades.... op. cit., nota 1, p. 7 3, fig. 10-81 y IX-1.
12. Martín Socas, D. y Cámalich Massieu, M.D.: Las excavaciones en el poblado..., op. cit., nota 2, p. 184.
13. Cámalich Massieu, M.D.; Martín Socas, D. y Acosta Sosa, C.: Excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Campos (Cuevas del Almanzora, Almería). Campaña de 1985. Arqueología Andaluza 1985, pp. 129-135.
14. Como se comprueba, entre otros poblados, en Zambujal, Vila Nova de Sáo Pedro o Los Delibes, G.; Fernández Miranda, M.; Fernández-Posse, M.D. y Martín Morales, D.: El poblado de Almizaraque, "Homenaje a Luis Siret (1 934-1984)", Sevilla 1986, p. 176. Millares.
15. Delibes, G.; Fernández Miranda, M.; Fernández-Posse, M.D. y Martín Morales, D.: El poblado de Almizaraque, "Homenaje a Luis Siret (1 934-1984)", Sevilla 1986, p. 176.
16. Martín Socas, D. y Cámalich Massieu, M.D.: Las excavaciones.... op. cit., nota 2, p. 190.