ANÁLISIS DE LA PROBLEMÁTICA DE LOS INICIOS

DE LA PREHISTORIA RECIENTE EN LA CUENCA BAJA

DEL RÍO ALMANZORA (ALMERÍA)

Dimas Martín Socas

M.ª Dolores Cámalich Massieu

Alfredo Mederos Martín

Pedro González Quintero

Antonio Díaz Cantón

José J. López Salmerón



El estudio del proceso de transformación que afecta al Sureste peninsular y más específicamente a la zona de la depresión de Vera y su extensión por la cuenca del río Almanzora, en el período de tiempo que va desde los inicios de la llamada colonización agrícola hasta el desarrollo de las formaciones sociales de la Edad del Bronce, ha conocido un cambio muy sustancial desde que los hermanos Siret publicaran los primeros resultados de sus trabajos (1). Sin embargo, a pesar de estos progresos, no se puede considerar que se ha alcanzado el nivel de conocimientos adecuado o aceptable para entender la dinámica desarrollada por las poblaciones asentadas entonces en esta zona.

Entre los problemas no resueltos se pueden destacar tres, estrechamente interrelacionados, como son el origen y causas que impulsan la llamada colonización agrícola en las tierras bajas almerienses, el origen de la metalurgia en el sureste y la importancia que en todo este proceso tiene la zona analizada, la depresión de Vera y la cuenca del río Almanzora.

En el análisis de todos estos factores la investigación siempre ha concedido una gran atención al medio ambiente, si bien el criterio dominante ha sido el de aceptar como válidas unas circunstancias del entorno muy similares a las actuales, caracterizadas por un dominio del clima árido o semiárido, con un paisaje desforestado y afectado por una acción erosiva muy activa (2). Ahora bien, este planteamiento no parece correlacionarse bien con los datos paleobiológicos que se poseen de esta región, pues apuntan hacia un entorno ambiental más húmedo que el actual (3).

Dentro de este marco general, algunos autores adoptan una posición intermedia, al aceptar la existencia de pequeñas oscilaciones en los índices generales de la zona, donde se produciría un ligero incremento de la humedad durante el II milenio, coincidiendo con el desarrollo de la Edad del Bronce (4). Tanto la hipótesis de la inexistencia de cambios, como la que sólo admite alguna variación puntual, va a suponer un claro posicionamiento de estos investigadores, en cuanto a la explicación de las poblaciones durante las primeras etapas de la prehistoria reciente del sureste, que generará una interpretación de la dinámica en la zona a nuestro juicio inconsistente.

En efecto, de esta visión se derivan un serie de consecuencias, de las que las más importantes serían: l. -La expansión inicial de estas poblaciones estaría en función de una orientación económica exclusivamente agrícola subsistencias y siempre entendida desde la perspectiva de concebir el sureste como un territorio marginal (5); 2. - Y como una derivación de la anterior, la existencia de una realidad bien diferenciada de carácter territorial y dual: a) los valles, áreas con posibilidades de recursos de agua y aquellas zonas donde la acción antrópica ha contrapuesto a la situación dominante una alternativa expresada por el regadío, con presencia de una densidad de población relativamente destacable; b) el resto del territorio, caracterizado por un entorno más árido y menos adaptado para la agricultura, pero donde, a pesar de ello. se practica un cultivo de secano, con una rentabilidad de la producción escasa, implicando una densidad de población baja. En definitiva pues, se defiende una estrategia de asentamiento, siempre desde una perspectiva estrictamente agrícola, en función de la minimización de esfuerzos y donde el objetivo básico sería la captación de los recursos edáficos (6) o hídricos (7); 3.Un medio tan hostil como el de referencia y donde, en un primer momento, las innovaciones tecnoeconómicas han de consolidarse, no parecen existir las condiciones adecuadas que favorecieran una colonización agrícola temprana de este territorio, de ahí que se la interprete como posterior o tardía en relación tanto a las zonas del interior, más húmedas, como a las de las tierras occidentales de Granada y Málaga (8). Según esta hipótesis, tendría lugar en un período que se hace coincidir aproximadamente con un momento ambiguo de Neolítico Final o Tardío, según como cada autor valore la llamada Cultura de Almería; 4. - A partir de aquí, y por un proceso de intensificación tecnoeconómico progresivo que ha sido objeto de interpretaciones bien diferentes (9), se asistiría al desarrollo de la Edad del Cobre y al inicio de la complejidad en las formaciones sociales, lo que viene a ofrecer una nueva alternativa frente a la hipótesis tradicional que, hasta hace muy pocos años, reconocía e interpretaba este proceso exclusivamente a partir de la Edad del Bronce.

En cuanto al origen de la metalurgia, y en este mismo contexto de análisis, se mantienen las discrepancias tradicionales entre la existencia o no de alguna aportación o procedencia foránea a la Península Ibérica, debida, en el caso de sus defensores, entre los que nos encontrábamos algunos de nosotros hace unos años (10), a un fenómeno complejo de invasión/migración de pueblos procedentes del Mediterráneo oriental en la búsqueda de fuentes de aprovisionamiento, que se hacía centrar en los metales. Fruto de esta dinámica sería la creación o fundación de asentamientos estables, las llamadas colonias, en este marco geográfico, las cuales se van a superponer e impulsar/dominar a un sustrato local mal conocido, pero en cualquier caso se admitía como muy poco desarrollado. En consecuencia, para estos autores, el proceso de búsqueda y explotación metalúrgica se considera como una de las causas esenciales, por no decir la principal, del despegue general de las comunidades de las zonas afectadas, en especial a nivel socioeconómico y tecnológico. Este proceso de invasión/migración se ha venido aceptando por la concurrencia de diferentes factores o aspectos, tales como los rasgos determinantes de la cultura material, con especial incidencia en las estructuras de hábitat, los enterramientos y sus elementos asociados de carácter ritual, y en la cerámica (11).

Por otro lado, y frente a este planteamiento, se sitúan los autoctonistas, indigenistas u occidentalistas, para quienes la dinámica de estas poblaciones es resultado de su propia estructura interna y de su capacidad de respuesta que en todo momento tienen al proceso de complejidad socioeconómico y tecnológico que desarrollan. Donde más inciden es en el problema megalítico, en cuanto a la continuidad de los tipos de las sepulturas y de sus ajuares, siempre en conexión con los asentamientos que se atribuyen para cada una de las fases reconocidas (12). No obstante, recientemente se ha planteado una hipótesis que intenta conciliar posiciones tan encontradas, correlacionando la dinámica característica de la región hispana del III milenio, mediante una valoración del llamado sustrato indígena en el desarrollo de la metalurgia, con la supuesta presencia de algunas similitudes con fenómenos del Mediterráneo oriental (13). El problema estriba en que la documentación no parece apoyarla.

Está claro pues que se impone una revisión profunda del registro actualmente existente de la zona, pero, al mismo tiempo, se han de conocer cómo se gestan y desarrollan las poblaciones contemporáneas en otros contextos geográficos y horizontes culturales, ya que pueden introducir nuevos elementos o alternativas a tener en cuenta. Así, se comprueba como, entre otros factores, los cambios del ritual funerario, por ejemplo, tradicionalmente considerado como uno de los valores más conservadores de una cultura, no implican necesariamente orígenes étnicos diferentes. Igualmente, se demuestra cómo las modificaciones observables en la tradición cerámica no responden obligatoriamente a cambios o aportes nuevos en esa sociedad, ni tampoco implica necesariamente transformaciones en las poblaciones de referencia.

Pero el problema no se plantea exclusivamente en el ámbito del origen del fenómeno megalítico, sino que, también, se hace extensivo a los condicionantes e impulsos que va a iniciar la actividad metalúrgica y a su papel dentro de todo el complejo socioeconómico de estas formaciones sociales, soporte estructural del sistema. En efecto, para unos investigadores, la metalurgia tendría un origen y desarrollo netamente hispánico (14) y, como tal, sería el fenómeno económico más importante de las poblaciones de este horizonte cultural y como consecuencia directa de ello estaría el desarrollo de una actividad comercial a escala media, con notables consecuencias, hasta el punto de ampliarse el ámbito de las relaciones foráneas, limitadas por entonces a los grupos del Neolítico occidental.

Frente a esta visión, otros investigadores entienden que se ha sobrevalorado el papel de la metalurgia dentro del organigrama económico de estas formaciones sociales, toda vez que en el complejo de los modos de producción de las mismas parece observarse una capitalización del esfuerzo hacia la consecución de un incremento de la energía alimentarla, esencialmente agrícola (15). En definitiva, pues, interpretan la actividad metalúrgica como una expresión local, resultante de una intensa y diversificada exploración de las materias primas y de sus posibilidades de transformación.

Si lo expuesto se refiere a la valoración tecnoeconómica de la metalurgia, el área de origen se ha centrado, en gran medida debido a las características de la documentación tradicional, en las cuencas de los ríos Andarax y, especialmente, Almanzora. Para el primero de ellos, el soporte esencial ha sido siempre el yacimiento de Los Millares, mientras para la segunda zona el pilar de apoyo fundamental ha sido Almizaraque, para la que sus recientes excavadores sugieren una revisión, pues se ha sobrevalorado su importancia real (16), al considerársele como uno de los asentamientos metalúrgicos más significativos, de acuerdo con las tesis defendidas por Luxán y P. Bosch Gimpera (17). Su origen se interpretaba claramente enraizado en la prospección de las fuentes del mineral y así, L. Siret afirma haber encontrado un horno de reverbero para la fundición del mismo (18). Según dicha hipótesis, de este centro difusor se produciría una expansión o colonización al interior para desarrollar esa política de búsqueda de minerales, llevándose siempre a cabo sobre distancias cortas y dando lugar a la creación de núcleos de asentamientos de población secundarios, uno de los cuales sería el del poblado de Campos.

Más recientemente, se ha sugerido que la importancia de la cuenca del río Almanzora no se puede entender sólo en función de la actividad metalúrgica, sino como resultado de la dinámica general que se establecería en la zona, que para unos autores está impulsada por una presión de carácter demográfica (19), mientras que para otros se debe a un proceso algo más complejo entre el modo de producción y reproducción, donde intervienen tanto el sustrato de donde se inicia la transformación, en los términos culturales que por entonces se conoce, como la densidad de población que soportará este área durante el período argárico (20). Entendido así, el Almanzora se concibe como una de las zonas del Sureste hispano donde se iniciará el proceso de los nuevos asentamientos de la Edad del Cobre. De aquí se expandirán fundamentalmente hacia el noreste de la provincia de Granada, siguiendo el curso natural de este río, y hacia el otro gran núcleo de la región, la cuenca del Andaráx.

Esta situación e interpretación sobre la dinámica que afectaba a la zona de Almanzora, indica la importancia que había tenido en la génesis de toda esta transformación. De ahí, que se planteara un proyecto de estudio del desarrollo de la depresión de Vera y cuenca general del Almanzora durante los primeros periodos de la prehistoria reciente, con unos objetivos muy concretos. Por un lado, llevar a cabo un estudio global implicando a todos aquellos factores que sean útiles en la discusión de su análisis general. Por otro, determinar cómo intervienen específicamente estos factores en la configuración de su proceso histórico. Así, se encuadra desde los inicios de la llamada colonización agrícola, como sustrato que va a gestar las bases que sustentarán el acusado y complejo desarrollo que las formaciones sociales de la Edad del Cobre van a tener en este territorio, hasta los comienzos de las sociedades estratificadas del Bronce Inicial. No obstante, se prestará una atención detenida a la organización que del espacio y en el territorio en cuestión se va a ir conformando a lo largo de los distintos periodos posteriores, situándose el límite, por pura estrategia de intereses en nuestra investigación, en la época alto medieval.

En consecuencia pues, los objetivos previstos a largo plazo en el proyecto de estudio de la zona serían: a) Reconocimiento del Medio Ambiente durante el Neolítico y la Edad del Cobre en la zona, mediante un programa de actuaciones analíticas, tanto geológicas como bioarqueológicas en general, en los diferentes yacimientos estudiados por el equipo. Los resultados serán contrastados con la información procedente de estudios previos de la depresión o con los obtenidos por otros proyectos de la zona que estén publicados o lo sean durante las distintas etapas de duración de nuestro trabajo.

Sin embargo, para entender mejor el aprovechamiento de este entorno medioambiental, se impone un segundo nivel de actuaciones, mediante b) Análisis del Territorio, planteado desde dos perspectivas que, si bien están interconectadas, expresan estrategias informativas diferenciadas. Por un lado, se atenderá a un estudio específico del hábitat, centrado fundamentalmente en los yacimientos que sean objeto de trabajos sistemáticos de campo, incidiendo en su planificación y organización estructura]. Mientras, para los enterramientos, además de estos aspectos, se valorarán, también, su carácter, el ritual utilizado o la relación espacial y cronocultural existentes concretamente entre unos y otros. Por otro lado, se realizaría un estudio sobre la distribución y jerarquización de los diferentes yacimientos existentes en la zona estudiada y su relación con este territorio. Esto permitiría conocer las claves esenciales de la dinámica desarrollada por las poblaciones a lo largo de los períodos estudiados y, posiblemente, los procesos internos en cada uno de los asentamientos.

Claro está, en ese aprovechamiento del entorno, se impone el desarrollo de un tercer plano de conocimiento, representado por los tecno-complejos, en el sentido de c) la descripción morfométrica, de materia prima y caracterización tecnológica de la cultura material, mediante análisis especializados de los distintos conjuntos artefactuales identificados en los yacimientos de la zona. No obstante, atendiendo al carácter y especificidad del registro arqueológico, se prestará especial atención a los materiales cerámicas, líticos y metálicos. Se intentará, pues, adquirir una mayor información sobre el proceso de trabajo de estas actividades, que abarcaría desde la prospección e identificación de las fuentes de recursos de las materias primas hasta su distribución o estrategias de intercambio, si existieran. En definitiva, se procurará profundizar en el conocimiento preciso de las cadenas operativas que se generarán en esta producción. Como consecuencia de este tipo de estudio, se espera poder constatar de una forma clara, no sólo la importancia que en cada momento tiene la producción en su sentido más general, sino también el peso específico de cada una de las actividades individualizadas. En el caso de la agricultura, por ejemplo, poder determinar sí tiene o no la fuerza con que se viene reflejando en algunos de los análisis interpretativos, no sólo corno pilar económico esencial sino, también, como generadora de los cambios que darán lugar al desarrollo de las sociedades complejas. Esta valoración se contrastará con la entidad que asuma la producción metalúrgica entre las fuerzas productivas de la Edad del Cobre.

Ahora bien, este análisis no se puede concebir diferenciado de d) La determinación de la estructura económica de las poblaciones en estudio, con la que, al igual que los anteriores, está claramente correlacionado el modelo del régimen económico y, consecuentemente, tanto el nivel de desarrollo tecnológico alcanzado como la precisión de la existencia o no de una expansión del sistema a otras áreas. En función de este análisis, se intentaría resolver la comentada disparidad interpretativa de los mecanismos que impulsan el desarrollo de las formaciones sociales de la zona, bien fuera por razones de índole metalúrgico, por motivaciones de tipo agrícola, por causa de un incremento demográfico o de competencia entre los diferentes grupos de población. Igualmente, se plantearía el desarrollo comercial derivado de esta estructura económica, atendiendo tanto a su orientación como a evaluar cada uno de los rasgos característicos que aparecen implicados.

Por último, tendríamos un plano analítico esencial y, en parte justificativo del nivel alcanzado por estas poblaciones, orientado hacia e) El reconocimiento de su estructura social, resultado de interpretar la documentación aportada por todos los apartados anteriores, con los que está tan imbricado todo el tejido social, pues en un análisis global no se pueden independizar unos de los otros.

En este contexto, el proyecto se plantea fundamentalmente en tres tipos de actuación de campo. Por lado, en el estudio del territorio, mediante la prospección superficial intensiva, para la localización de nuevos asentamientos y de sus áreas de captación. Por otro, a través de la prospección con sondeo estratigráfico aquellos asentamientos que por sus características, como estructura, situación o relación con otros ya identificados, permitieran ir cubriendo aquellas lagunas informativas necesarias para los objetivos del trabajo. Por último, mediante excavaciones arqueológicas sistemáticas en aquellos yacimientos, en especial asentamientos que, por sus características y posibilidades de la documentación disponible, se consideren buenos indicadores de la dinámica en la que se enmarca el patrón de asentamiento de las poblaciones en estudio en la zona o bien justamente por ofrecer un panorama absolutamente contrario a lo expuesto, es decir, por tener unos rasgos tan claramente diferenciados de lo que es la tónica de comportamiento usual que su estudio puede aportar novedades en la visión que se tiene sobre la variabilidad de estas formaciones sociales en la región o en la cuenca del Almanzora específicamente.

A este conjunto tripartito de actuaciones planteadas inicialmente, se ha venido a incorporar a lo largo desarrollo del proyecto un cuarto tipo, fruto de la filosofía de actuación y de la política de patrimonio que propugna la Junta de Andalucía. Son las actuaciones de emergencia en aquellos yacimientos amenazados de destrucción por estar afectados directa y plenamente por obras de remoción, ya sean públicas o privadas.

Como los objetivos del proyecto son muy ambiciosos y el área de estudio es extensa, su desarrollo se ha articulado en diferentes fases sucesivas. La primera, que ahora finaliza, se centra en la zona de la desembocadura y cubre el espacio de la depresión de Vera, con sus límites occidental en la sierra de Cabrera, el oriental en las sierras Almagrera y de Almagro, mientras que el septentrional se establece en el término municipal de Cantoria.

Los trabajos desarrollados hasta la fecha han consistido en a) excavación sistemática de los poblados de Campos y Zájara (Cuevas del Almanzora), en este último se continúa con su estudio; b) prospección con sondeo estratigráfico en el poblado de Cabecicos Negros-El Pajarraco (Vera), y c) excavaciones de emergencia en los poblados del Puente de Santa Bárbara (Huércal-Overa) y de Las Pilas o Huerta Seca (Mojácar) (21). En cuanto al estudio del territorio, d) si bien es cierto que se ha prospectado una parte importante del espacio previsto, no ha sido posible llevar a cabo lo programado por diversas circunstancias de carácter administrativo. De ahí que todavía queden algunas áreas por analizar, como es el caso del pie de la Sierra de Filabres, entre otras.

Fruto de la actividad desarrollada por el proyecto en esta primera fase ha sido, en primer lugar, el identificar alrededor de cuatrocientos yacimientos, de los que algunos habían sido descubiertos por L. Siret y eran citados reiteradamente en las diferentes publicaciones de acuerdo con la descripción y materiales que se había presentado. Sin embargo, se desconocía su ubicación exacta y, en consecuencia, no se podía contrastar la información para establecer una valoración adecuada. como es el caso, por ejemplo, de Tres Cabezos o de la sepultura de Overa, entre otros.

A través de los resultados provisionales de la prospección superficial, se puede apuntar que la zona estudiada hasta el momento, la depresión de Vera y cuenca baja del río Almanzora, mantiene una intensa dinámica a lo largo de los períodos de referencia y permiten aclarar algunas lagunas importantes que había en la información , tanto en lo referente a las estrategias desarrolladas en cada período para la distribución espacial y del control del territorio, como a exponer unas hipótesis más adecuadas para el reconocimiento de las bases secuenciales establecidas en este ámbito, no sólo a lo largo de la prehistoria reciente sino, también, durante el mundo antiguo y hasta un momento medieval tardío.

Un primer análisis de los resultados, resalta la enorme variabilidad presente en este conjunto de yacimientos, bien sea por su correspondencia cronocultural, desde el Neolítico Medio hasta la época alto medieval, bien por los criterios de ubicación, distribución, etc., fruto de la fuerte presión que, a pesar de los pequeños movimientos ondulares observados, se ejerce en el control del territorio durante toda la secuencia estudiada. donde sus momentos más álgidos se producirán durante la Edad del Cobre y en época romana alto imperial.

En efecto, se ha podido comprobar como la dinámica poblacional y cultural de esta región es, desde los primeros momentos, más rica y extensa de lo que se ha valorado tradicionalmente. Es el caso, por ejemplo, de la visión clásica sobre el retraso en la expansión de la llamada colonización agrícola por esta zona en relación a las áreas vecinas, en especial del interior, de tal forma que la primera estructura poblacional cohesionada sería la de la Cultura de Almería (22) o, al menos, relacionada con ella; ésta, según fuera evaluada por el investigador como Neolítico Final, tránsito a la Edad del Cobre o expresión de sus inicios, sería interpretada como germen o sustrato sobre el que se desarrollarían las poblaciones calcolíticas. Sin embargo, la documentación actual permite precisar que los inicios de la producción tiene lugar antes de lo sugerido hasta el momento, de tal forma que debe retrotraerse, como mínimo, hasta un momento que coincide con el desarrollo del Neolítico Pleno o Neolítico Medio, según las secuencias establecidas para la zona andaluza centro y oriental, y sin que, por el momento, se pueda calibrar si existe, también, una correlación cronológica con ellas.

La ocupación de este territorio durante la fase de referencia se ha podido determinar en una docena de yacimientos, algunos de los cuales continúan siendo ocupados durante el Neolítico Final y/o, tras un posible hiatus, dado que los materiales no son muy significativos, durante la Edad de Cobre, como ocurre, entre otros, en los poblados de Zájara (23) o Almizaraque (24).

En general, son pequeños asentamientos que no parecen alcanzar una hectárea de extensión, aunque en algún caso, Cabecicos Negros, por ejemplo, parece observarse como el hábitat responde a una estrategia diferente a lo conocido hasta el momento. pues se articula en pequeños, núcleos posiblemente de cabañas dispersas, dentro de una superficie espacial relativamente amplia. El problema aquí radica en que no ha sido posible determinar una conexión estructural clara entre ellos, salvo que los materiales responden a un mismo contexto cultural. No obstante, este ejemplo es por el momento excepcional, pues la situación característica es en pequeñas elevaciones de llanura que parecen encuadrarse en relación directa con los cursos de agua y si se tiene en cuenta el trazado de la costa que se establece para esta época (25), una proporción importante de los mismos tendríamos que considerarlos con una relación directa y estrecha con ella.

Ahora bien, es cierto que lo expuesto, incluido Cabecicos Negros y su peculiaridad, representa la tónica general, pero no es la exclusiva, toda vez que, también, se ha comprobado su presencia en cueva y en una posición elevada que tiene un claro objetivo de dominio visual del entorno, como ocurre en el conjunto de Zájara. En efecto, aquí L. Siret identificó dos cuevas, hoy destruidas, de las que la denominada como número 2, situada en el sector oriental de la ladera meridional del espolón de La Zájara, presentaba un conjunto de materiales claramente relacionado con esta fase neolítica en cuestión y que ha venido a ser ratificada y ampliada por el hallazgo de nuevos materiales, tanto líticos tallados como cerámicas, en lo alto de la meseta. El problema aquí estriba en que el escaso número de hallazgos correspondientes a la fase neolítica de referencia, a pesar de ser muy significativos a nivel cultural, no permiten por el momento determinar si se trata de una utilización circunstancial o si, por el contrario, consistiría en una ocupación in extenso y al aire libre, parcialmente arrasada por la ocupación posterior de la Edad del Cobre. Esta última hipótesis podrá ser contrastada en la próxima campaña, pues aún continúan los trabajos, cuando se puedan estudiar de una manera particularizada las estructuras artificiales excavadas en el suelo que se han identificado.

En cualquier caso, lo cierto es que los pocos materiales neolíticos descubiertos en el poblado de Zájara están en clara consonancia con la relativamente amplia dinámica poblacional contemporánea, que tiene su mejor expresión en el área de Cabecicos Negros. Aquí, a pesar de la escasa potencia que posee esta parte del yacimiento, aparece un contexto cultural cerrado, vinculado a restos de estructuras y constituido por un conjunto de materiales perfectamente definido y coherente entre sí, bien sea por las formas cerámicas y la decoración asociada, bien por la industria lítica tallada, con geométricos, micronúcleos, laminillas, raspadores, perforadoras, entre otros, o por la variedad de adornos identificados, en especial los de pizarra, muchos de los cuales aparecen en distintos momentos de su proceso de fabricación. Este conjunto artefactual se corresponde, sin lugar a dudas, con la fase que en la secuencia tradicional del sur peninsular se asimila al Neolítico Medio-Final de la Cultura de las Cuevas (26), coincidiendo plenamente con los resultados obtenidos en yacimientos con buenas estratigrafías de la región, como las cuevas de La Carigüela (Piñar, Granada) (27), Nerja (Málaga) (28), El Toro (Antequera, Málaga) (29) o Los Murciélagos (Zuheros, Córdoba) (30).

Si tenemos en cuenta que, como ya se ha comentado, tanto la ocupación neolítica de Zájara como la del área de Cabecicos Negros no son fenómenos aislados, sino que se correlacionan de una forma muy clara con la identificada en una serie de yacimientos conocidos de la zona, se ha de admitir que las nuevas perspectivas que ahora ofrecen exigen la necesidad de plantear una profunda revisión de la interpretación hasta ahora defendida, tanto sobre las estrategias desarrolladas en la dinámica poblacional de la depresión de Vera y cuenca del Almanzora, como de las causas que en cada momento genera y sostiene este proceso de transformación/expansión que ahora se gesta en toda esta zona. No cabe duda alguna sobre las diferentes interrogantes que surgen ahora y a las que se han de afrontar de inmediato, como son, entre otras, si la correlación cultural que se puede establecer desde un punto de vista estrictamente empírico, coincide a nivel cronológico, o sí, por el contrario, estamos ante una pervivencia de tradiciones tecnológicas, en un proceso diacrónico marcado entre el desarrollo de estas comunidades en la zona del proyecto y las de las áreas consideradas tradicionalmente como características del llamado Neolítico de las Cuevas con Cerámica Decorada o Neolítico de la Cerámica a la Almagra de Andalucía, en su etapa mejor conocida de Neolítico Medio. En el mismo contexto, hay que profundizar en la documentación disponible para determinar qué relación existe entre las estrategias subsistenciales y de intercambio respectivas desarrolladas por unas y otras poblaciones, hasta qué punto y cómo se influye, en el caso de la zona en estudio, en los procesos de transformación de estas comunidades, en especial durante el Neolítico Final, etc.

En efecto, en el área prospectada se han identificado una serie de asentamientos que, por las características de los materiales -si tenemos en cuenta los referentes culturales del mundo de las cuevas-, y por la adopción de nuevos patrones de asentamientos siempre en conexión directa con el cauce de los cursos fluviales-, parecen responder al Neolítico Final, como ocurre en la Cañada del Herrero l. No obstante como no se han realizado excavaciones o estudios sistemáticos de los mismos, existen algunos vacíos en la información que impiden precisar como se manifiestan los cambios culturales y las causas que impulsan su desplazamiento.

Otro problema a resolver de inmediato y conectado con el anterior sería determinar el grado de relación cronológica y cultural existente con la llamada Cultura de Almería que, en su problemática delimitación tradicional, se entiende restringida a un pequeño núcleo básico en tomo al Almanzora medio. Necesidad de resolución inmediata es valorar qué representan ambos tipos de poblaciones, en cuanto sustratos, cuáles son los aportes, grado de intensidad de los mismos y cómo influye cada una de ellas, si realmente lo hacen, en el proceso generador de la Edad del Cobre de la depresión de Vera y cuenca baja de Almanzora, la relación de éste en el contexto general de la región sureste y de la zona centro-oriental de la provincia de Almería específicamente, etc.

Lo que sí parece estar claro es la existencia de un proceso que impulsará la asimilación de nuevas formas instrumentales acordes a las estrategias económicas y organizativas que paulatinamente van a ir conformando y luego consolidando las nuevas estructuras características de la Edad del Cobre, según puede deducirse de la documentación conocida de algunos asentamientos de la región, como El Garcél (3l), Tres Cabezos (32) o, posiblemente Las Pilas, para restringimos a nuestra área de estudio.

Estructuras organizativas de la Edad del Cobre que, de acuerdo con las dotaciones que se poseen para los diferentes yacimientos de la mitad meridional almeriense, parecen alcanzar su máxima expansión en las últimas centurias del tercer milenio a.C., coincidiendo con la erección de la cuarta muralla y apogeo de Los Millares y previo al desarrollo del campaniforme (33).

Si bien es cierto que por el momento no es posible ofrecer una secuencia procesual y cronológica continuada de la Edad del Cobre en la región sobre bases sólidas, los trabajos de excavación y prospección actualmente en curso, están aportando datos muy relevantes al respecto, pero hay que esperar a la conjunción de los diferentes estudios y analíticas en curso para contextualizarlas e interpretarlas desde una perspectiva históricamente correcta, aunque siempre revisables. Hasta entonces, sólo es posible plantear las hipótesis provisionales que se generan de cada uno de los proyectos.

Centrándonos en nuestro área de interés, a través de los resultados obtenidos en la prospección superficial es posible conocer la dinámica de estas poblaciones en cuanto a su distribución espacial y las estrategias que desarrollan para el control del territorio y las causas que las generan.

Una primera consecuencia que se observa es el fuerte incremento de yacimientos con respecto al horizonte cultural neolítico anterior, fenómeno que vuelve a invertirse con los inicios de la Edad del Bronce (34). Resulta evidente que, tanto por el notable aumento en el número de los asentamientos, como por sus mayores dimensiones respecto a los del Neolítico en cualquiera de sus fases, con el desarrollo y consolidación de la Edad del Cobre se asiste a un aumento poblacional importante en esta zona, si bien por el momento no se puede evaluar con exactitud. No obstante, la información disponible no parece responder con los cálculos establecidos por R.N. Chapman, para quien el verdadero desarrollo tendría lugar durante la Edad del Bronce (35).

Estamos pues, ante una población que posee un perfecto conocimiento de las posibilidades y recursos del medio, tanto del espacio inmediato como de las áreas con buenas potencialidades vegetativas y de fuentes de aprovisionamiento del entorno próximo. Para su aprovechamiento van a desarrollar unas estrategias claras y definidas, que responden a fines muy precisos de explotación, control y dominio general del territorio. En unos casos, habría que entenderlo por sí mismo, como ocurre en algunas áreas muy concretas; en otras, bien en función de unas características determinadas, como pueden ser sus vías de comunicación, fuentes de recursos de materias primas, o, también, la potencialidad de los suelos y el aprovechamiento agrícola y/o ganadero de su entomo. Ahora bien, si en términos generales esta visión es cierta también lo es que algunos sectores tienen unas características naturales particulares, en el sentido de ofrecer pocos incentivos o alternativas para un establecimiento, lo que se traduce en un número de asentamientos tan reducido que, en la práctica, se podría hablar de un cierto vacío poblacional.

Esta organización espacial se estructura en una compleja red de asentamientos, entre los cuales se pueden reconocer tres niveles en orden a su eficacia. El primer nivel, el más importante, se articula en tomo a unos grandes núcleos fortificados que están asociados con el cauce de los ríos. Serán quienes ejerzan su influencia o poder en sectores amplios y bien definidos de la respectiva cuenca. Este grupo estaría formado, en el estado actual de la investigación, por Almizaraque (36), para el curso bajo; Los Pedregales, para el curso medio-bajo; Churuletas, para el curso medio-alto, y, si tenemos en cuenta la documentación publicada, posiblemente se pueda enmarcar a Los Cortijillos (37), para el curso alto, dentro de la provincia de Almería. En el caso concreto de Los Pedregales, posee una ubicación singular en este contexto al no estar directamente relacionado con el cauce del Almanzora ni presentar unas buenas condiciones de visibilidad, pero las subsana mediante el desarrollo de una red de pequeños asentamientos, alguno fortificado, vinculada a él visualmente. A través de ellos ejerce un control exhaustivo del cauce, delimitado por un lado, por las desembocaduras de las Ramblas de Albox y Albánchez, y de la rambla del Aceituno, por otro.

En este mismo nivel de control territorial y su consiguiente dominio tecnoeconómico, se encuentra el poblado de Las Pilas o Huerta Seca en la cuenca del río Aguas (38), de grandes dimensiones y con la secuencia de ocupación más completa de los conocidos en la zona oriental de Almería. Ahora bien, si se tiene en cuenta el trazado que se ha sugerido para la costa en este ámbito (39) y la posición estratégica que tiene este poblado, junto con Almizaraque, en relación a la misma y a las sierras que flanquean o delimitan por el este y oeste la depresión de Vera, la conclusión más lógica parece apuntar a que su importancia no se restringiría sólo a la cuenca del Agua, sino que ejercería un claro dominio territorial de toda la depresión, compartida con Almizaraque, mientras que en su posible carácter costero podría intervenir, también, una actividad de intercambio marítimo que por ahora no ha sido, a nuestro juicio, suficientemente valorada.

Esta hipótesis vendría reforzada por el control de la desembocadura del río Antas y costas inmediatas, el cual debía encontrarse, posiblemente, en El Pajarraco, pues reúne las condiciones estratégicas más adecuadas de acuerdo con los parámetros observados en la zona. No obstante, las reutilizaciones posteriores han alterado profundamente la secuencia y con la documentación que tenemos en la actualidad no se puede afirmar de una manera tajante.

El segundo nivel de dominio territorial se caracterizaría por estar más directamente imbricado con el entorno específico de cada área. Se organiza como una red de control articulado directamente a los centros de poder mencionados, mediante asentamientos de dimensiones medias, en tomo a 0,5-1 ha. aproximadamente, en su mayoría fortificados, donde se integrarían yacimientos como Campos (40), Zájara (41) o Santa Bárbara (42), caracterizados por tener un campo de visualización territorial muy amplio, interpretado normalmente como fruto de una orientación económica esencialmente agrícola.

En el caso de Campos, los trabajos realizados antes de su destrucción moderna permitieron identificar restos de una construcción defensiva diferente a la estructura presentada por E. y L. Siret (43) -probablemente un recinto central o barbacana-, indicativa de la presencia de más de una línea de fortificación que delimitarían el espacio de la habitación.

Sin embargo y para los efectos que interesan resaltar aquí, las dos campañas que se realizaron tras la mencionada destrucción (44) se plantearon en el sector meridional del poblado, y permitieron poner al descubierto, además de restos de una estructura que por lo fragmentario de la documentación no se puede determinar con precisión y de un enterramiento adulto femenino, un área de almacenamiento y, probablemente, de actividad, a base de estructuras artificiales excavadas en el suelo. A pesar de que en la mayoría de ellas, en especial en las más grandes, es posible definir un trazado preconcebido para realizarlas siguiendo un esquema normalizado -consistente en una boca exterior y estrecha, de donde arranca un pequeño cuello, y de ahí se iniciaría una divergencia de sus paredes hasta la base-, existen claras diferencias, bien por sus dimensiones, por sus profundidades o por las formas finales que adoptan, en muchos casos originadas por la estructura del suelo o suelos donde han sido realizadas. En efecto, presentan una variedad destacada, que van desde simples y ligeros rehundimientos en el suelo a perforaciones que llegan a superar el metro y medio de profundidad.

Como ya se ha indicado, la mayoría de estas estructuras se corresponden con silos de almacenamiento, siendo las excepciones las pequeñas cubetas y el rehundimiento del corte 8, lo cual explicaría el esfuerzo desarrollado en ellas para proteger y, especialmente, impermeabilizar sus paredes allí donde es necesario, con la evidente intencionalidad de conseguir las condiciones más apropiadas para la conservación de los productos.

De las restantes estructuras, las pequeñas cubetas probablemente fueran utilizadas como espacios de apoyo para grandes recipientes cerámicas, molinos o morteros de piedra para la molturación de granos. En cuanto al rehundimiento del corte 8, de estructura cilíndrica, por el tipo y disposición de su relleno, en especial en el tercio inferior, se trataría de un depósito para agua que, en un momento probablemente coincidente con el fin de la habitación del poblado, cae en desuso y se abandona, situación que también se repite en los silos.

Por las dimensiones de los silos, la abundancia y variedad de las semillas y los restos de macrofauna localizados en el interior, unido a la calidad de los suelos de las inmediaciones al poblado, hemos de considerar la importancia que tenían la agricultura y la ganadería dentro de la actividad económica de este poblado, de acuerdo con la dinámica y estructura socioeconómica de las poblaciones calcolíticas de la zona. Un problema a resolver en este yacimiento estriba en que del análisis de los diferentes conjuntos materiales y, básicamente de la industria lítica tallada, con una significativa presencia, no parece observarse un instrumental claramente orientado hacia la actividad agrícola, lo que de confirmarse definitivamente, plantearía una serie de interrogantes muy específicas, hasta el momento raramente sugeridas o expuestas, en parte por las condiciones de la información disponible pero que se imponen como objetivos inmediatos a resolver, tales como la ubicación, organización y propiedad de los aperos de labranza, estructura de la propiedad de la tierra y del ganado, procedencia de las semillas, etc.

En el caso del poblado de Zájara (45), si bien repite algunas de las características de ubicación que se encuentran en Campos, tiene como elemento diferencial más significativo en este contexto, una mejor posición estratégica, expresada por el dominio visual y control territorial del entorno, en especial de la zona costera que discurre entre la margen derecha de la desembocadura del Almanzora y la del río Antas.

Fortificado mediante una línea defensiva que cubre los flancos más desprotegidos naturalmente, presenta una técnica constructiva similar a las de los poblados de la época, como Almizaraque o Los Millares. Aunque en ella se han podido reconocer dos fases constructivas, de las que la más reciente está definida por el cierre de una puerta de acceso, expresión de un cambio en las necesidades defensivas planteadas hasta ese momento, la ocupación calcolítica se corresponde con el momento de máxima expansión de Los Millares, a fines del III milenio. En consecuencia, se puede afirmar que Campos y Zájara son ocupados y, probablemente, abandonados en una misma época, de acuerdo a los conjuntos artefactuales que se poseen en la actualidad de ambos asentamientos.

En su interior, se ha identificado un sector de viviendas y de almacenamiento, donde se ha podido comprobar cómo alguna de las construcciones aparece adosada a la línea defensiva. Analizadas globalmente y mientras no se continúen los trabajos en el poblado, pueden clasificarse en cinco grupos diferentes, de los que uno estaría representado por edificaciones erigidas sobre la superficie y los otros cuatro lo constituirían diferentes tipos de estructuras excavadas en el suelo.

Así, el primer grupo estaría representado fundamentalmente por la mencionada construcción adosada a la muralla. Se caracteriza por ser un recinto de planta circular, con un diámetro interior en tomo a 5,5 m., con un zócalo formado por una doble hilada de piedras y reforzado al interior con un doble alineamiento de postes, más uno central, de los que el exterior se integraba parcialmente en las paredes y a tramos regulares de 1,5 m. aproximadamente. Esta delimitación y la presencia de fragmentos de barro, algunos con improntas vegetales, sugieren que corresponden a una vivienda que tenía unas paredes de tapial reforzadas con postes. La techumbre debía de ser cónica, con un posible entramado vegetal reforzado e impermeabilizado con barro, para lo que se utilizaría, probablemente la lágena, tal como ha venido siendo norma general en las construcciones tradicionales de la zona hasta tiempos muy recientes.

Un segundo grupo estaría representado por fosas de dimensiones medias, entre 1 m. de profundidad y 0,90 m. de anchura máxima, con una boca estrecha que se va ampliando paulatinamente hacia el fondo, hasta adoptar una forma de tendencia troncocónica curvilínea. Atendiendo a sus características generales, podrían interpretarse como estructuras de almacenamiento, silos, tal como se han podido definir en otros poblados calcolíticos de la zona, como Campos (46) y Almizaraque (47).

El tercer grupo viene expresado por pequeñas fosas, donde existen diferencias muy notables en las dimensiones entre las más pequeñas, simples cubetas superficiales con forma semiesférica, de 0,30-0,40 m. de diámetro y 0,08-0,12 m. de profundidad, y las mayores, consistentes en rehundimientos de tendencia cilíndrica, con 0,40-0,45 m. de diámetro y 0,60-0,70 m. de profundidad. Su funcionalidad no se puede establecer en el estado actual de la investigación del poblado, si bien en una de ellas se identificaron unas setenta gotas de fundición que no estaban asociadas a indicio alguno de fuego o del proceso de fundición.

El cuarto grupo estada caracterizado, también, por pequeños rehundimientos o cubetas, similares a los existentes en diferentes yacimientos de la zona, por ejemplo Campos, donde le hemos atribuido una posible función de apoyo para grandes recipientes cerámicas o para encaje de molinos o morteros, como ya se ha comentado (48).

El último grupo de los señalados lo constituyen las estructuras de grandes dimensiones y con forma de tendencia ovalada irregular. La excavación parcial de una de ellas, ha permitido identificar restos de materia vegetal y de otra materia orgánica correspondiente a un hogar, del que sólo se tomaron muestras para análisis y se protegió para su estudio en la próxima campaña. En cualquier caso, estos resultados parciales permiten avanzar la hipótesis de que, al menos ésta, sea una estructura de habitación, si bien no se puede precisar por el momento, si todas corresponden a una misma función y/o época de construcción, máxime teniendo en cuenta la variabilidad de los conjuntos artefactuales identificados en Zájara, su conexión con las otras estructuras domésticas o defensivas del poblado, etc.

En cuanto al tercer poblado a analizar, el del Puente de Santa Bárbara, los trabajos de emergencia han permitido comprobar como en su estado original debió ser un asentamiento de dimensiones similares a los anteriores, pero su espacio se ha visto profundamente recortado, en un primer momento, por la construcción de la carretera nacional 323, que lo divide en dos, y en 1991 por la construcción de la autovía que comunica Puerto Lumbreras con Adra.

Situado sobre el puente del mismo nombre, a una altitud de 221 m. sobre el nivel del mar, consiste en un espolón orientado al NO. sobre el cauce del río Almanzora, en el término municipal de Huércal-Overa.

Al igual que los anteriores, presentaba una posición geográfica estratégica, tanto por su control visual, como por la calidad de los suelos del entorno y la posibilidad de abastecimiento de agua, o por la importancia que tiene ese área como nudo vial que permite, por un lado, enlazar la costa con diferentes zonas del interior, y por otro, para el acceso a importantes fuentes de aprovisionamiento de recursos.

Las condiciones de conservación del asentamiento eran muy precarias, pues a la intensa acción erosiva natural típica de la zona se ha de añadir la antrópica, donde a la transformación de la estructura original y general del espolón por el trazado de la antigua carretera nacional, se ha de añadir el uso de la piedra de las construcciones del poblado para distintas obras modernas, bien fueran muros de contención o para aterraplanar las zonas colindantes a la ladera oriental, bien para erigir en la zona central de la propia meseta una era que alterará todo ese sector. No obstante, los resultados permiten plantear algunas hipótesis sugerentes.

El poblado del Puente de Santa Bárbara estaba fortificado mediante una línea amurallada que probablemente rodeaba todo el perímetro de la meseta y se reforzaba con pequeños bastiones de planta circular, de los que solo se ha conservado uno. Con un grosor medio en tomo a un metro, presentaba una técnica constructiva y aparejo similares a la de los poblados calcolíticos de la región, tal como ya se ha comentado.

Por los resultados, se podría señalar que en el Puente de Santa Bárbara existiría una clara organización del espacio interno, además del correspondiente área de habitación, habría otra destinada para el almacenamiento y una tercera que estaría orientada para la producción en especial la metalúrgica, sin que por el momento se puedan correlacionar bien unas con las otras.

La primera vendría reflejada por la presencia de una estructura con planta de tendencia oval, de la que sólo se conservan la hilada de piedra inferior o de base, y adosada a la muralla por su sector occidental. La segunda estaría en relación con la presencia de varias estructuras excavadas en el suelo, muy destruidas, que parecen responder a la morfología típica de los silos y con los que se asocian los hallazgos de recipientes cerámicas toscos en su fabricación y de capacidad superior a la habitual en los lugares de habitación.

En cuanto a la tercera, vendría mejor definida por los materiales identificados que por la presencia de estructuras en sí. En efecto, se localizaron algunas fosas en el suelo, de tipo cubetas, más una doble estructura rectangular de reducidas dimensiones y delimitada por losas de pizarra verticales, en el caso de la más pequeña, otra losa servía de base. La presencia de un molino con su correspondiente muela, unido al hallazgo de un recipiente cerámico adosado al exterior de la mayor y la disposición de ambas, sugiere que estuvieran directamente relacionadas con actividades productivas de molturación.

En varios sectores del poblado, pero especialmente en el afectado por la construcción de la era, se identificaron, además de crecientes de barro, una importante representación de restos de talla de sílex, una relativa abundancia de crisoles cerámicas, los cuales aparecían asociados a una importante cantidad de escorias de mineral como a materia prima de azurita y malaquita, algunas piezas metálicas fragmentadas, etc.

A este conjunto artefactual, se han de añadir algunas piedras pulimentadas, puntas de flecha de base cóncava, placas de pizarra perforadas, y cerámica, entre las que destacan un vaso campaniforme y varios fragmentos de otros. Complejo que, unido al resto de la documentación, sería expresivo de la ocupación del poblado del Puente de Santa Bárbara a fines de la Edad del Cobre, coincidiendo, y al mismo tiempo contrastando, con la dinámica general de la zona a fines del tercer milenio e inicios del segundo.

Hemos planteado que los poblados de este segundo nivel se caracterizan por su clara conexión con el entorno específico de cada área, lo que viene a ser confirmado por los trabajos realizados en Campos, Zájara y el Puente de Santa Bárbara. Ahora bien, creemos que una organización de los asentamientos como la que estamos observando que se desarrolla en la zona, no puede concebirse desde una perspectiva simplista y unidireccionada, y así no se puede restringir, como se viene haciendo generalmente, a un plano estrictamente agrícola, a pesar de su importancia, toda vez que es posible comprobar como también intervienen con igual fuerza la búsqueda de buenos pastos para la explotación ganadera, el acceso a las fuentes de aprovisionamiento de materias primas y el control de las vías de comunicación e intercambio entre diferentes áreas de expansión.

Que en muchos de ellos la posición está directamente en relación con suelos con buen potencial agrícola es evidente, pues coinciden con espacios donde los suelos rojos mediterráneos tenían una amplia extensión. Esta conexión va a permitir el desarrollo de una economía cerealística de secano, como resultado de las necesidades de estabilización económica de la producción derivadas de un proceso de sedentarización estable, que genera excedentes, básicamente de cereales y leguminosas, fundamentalmente, que está bien representada en algunos yacimientos de la zona en cuestión, como Almizaraque (49), Campos (50) o Zájara (51), organizándose una red de distribución que parece apuntar al modelo característico de las sociedades agrarias, dentro del esquema que han planteado, entre otros, Renfrew (52). Una actividad agrícola, probablemente con alternancia de cultivos, para la que no parece ser necesario en estos momentos el regadío, y donde se integrarían de una forma clara la mayoría de los asentamientos correspondientes a nuestro tercer nivel, caracterizados por sus reducidas dimensiones y su desarrollo puntual en momentos muy concretos de la Edad del Cobre. En cuanto a los restantes núcleos de este nivel básico, pensamos que por los rasgos complementarios que incorporan, ubicación geográfica claramente elegida con criterios de visualización territorial y fortificación, parecen responder fundamentalmente a un estricto control espacial de las vías de comunicación y de intercambio, en función de uno de los poblados que hemos considerado como del primer nivel.

Y toda esta dinámica no se puede entender si no es en el marco de una organización socioeconómica lo suficientemente estable y sólida, perfectamente estructurado, como resultado de un proceso de concentración paulatino de los bienes de producción en manos de un pequeño núcleo o élite de poder que, paulatinamente, viene consolidándose desde los inicios de la Edad del Cobre y que va a potenciar los mecanismos de control de la sociedad hasta alcanzar los niveles jerarquizados característicos de la Edad del Bronce.

Notas

(1) SIRET, E. y L. 1890: Las primeras Edades del Metal en el S.E. de España, Barcelona.

(2) GILMAN, A. y J. B. THORNES 1985: Land-Use and Prehistory in South-East Spain, Londres.

(3) Aunque las referencias de los estudios analíticos de los diferentes tipos de muestras paleobiológicas no son muy amplias por el momento, los resultados aparecen sintetizados en: RAMOS MILLÁN, A. 1981: «Interpretaciones secuenciales y culturales de la Edad del Cobre en la zona meridional de la Península Ibérica. La alternativa del materialismo cultural», Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, 6, pp. 242-246; LULL, V. 1983: La «Cultura» de El Argar. (Un modelo para el estudio de las formaciones económico-sociales prehistóricas), Madrid, pp. 31-48; MOLINA, F. 1983: Prehistoria de Granada, Granada pp. 71-72.

(4) WALKER, M. J. 1985: «El Prado and the southeastern Spanish Chalcolithic», Research Reports of the National Geographic Society, 20, pp. 800-803; Idem. 1986: «Society and habitat in Neolithic and Early Bronze Age southeast Spain», en A. FLEMING (Org.): The Neolithic of Europe, The World Archaeological Congress (Southampton-Londres 1986) Southampton; CHAPMAN, R. 1991: La formación de las sociedades complejas. El sureste de la península ibérica en el marco del Mediterráneo occidental, Barcelona, pp. 153-159, si bien este autor en publicaciones anteriores (1975 y 1978), defendía la posición de la inexistencia de cambios climáticos.

(5) CHAPMAN, R. 1991: La formación de las sociedades..., op. cit., pág. 196.

(6) GILMAN, A. y J. B. THORNES 1975: Land use.... op. cit., pp. 85 -17 l.

(7) CHAPMAN, R. 1978: «The evidence for prehistoric water control in south-east Spain», Journal of Arid Environments, 1, pp. 261-274. Idem 1991: La formación de las... , op. cit.

(8) MATHERS, C. 1984: «Beyond the grave: the context and wider implications of mortuary practices in south-east Spain», en T. F. C. BLAGG, R. F. J. JONES y S. J. KEAY (edts): Papers in Iberian Archaeology, B. A. R. Int. Series 193, pp. 13-46.

(9) CHAPMAN, R. 1978: «The evidence of ... », op. cit.; Idem 1991: «La formación de ... », op. cit.; CHAPMAN, R., V. LULL, M. PICAZO y M.! E. SANAHUJA 1987: Sociedad y Economía en el Sudeste de España c. 2500-800 a.n.e., 1:La prospección arqueológica, B. A. R. Int. Series 348; GILMAN, A. 1976: «Bronze Age dynamics in southeast Spain», Dialectical Anthropology, 22, pp. 307-319; Idem 198l: «The development of social stratification in Bronze Age in Europe», Current Anthropology, 22, pp. 1-23; GILMAN y THORNES 1985: «Land-Use.... op. cit.; HARRISON, R. 1985: «The "Policultivo Ganadero", or the Secondary Products Revolution in Spanish agriculture, 5000-1000 bc», Proceedings of the Prehistory Society, 51, pp. 75-102; LULL, V. 1983: «La "cultura...", op. cit.; MATHERS, C. 1984: «Beyond the grave:.... op. cit; NOCETE, F. 1989: El Espacio de la Coerción. La transición al Estado en las Campiñas del Alto Guadalquivir (España), 3000-1500 a.C., B. A. R. Int. Series, 492; RAMOS MILLÁN, A. 198 l: «Interpretaciones secuenciales y,.., op. cit.

Para una crítica de estas propuestas, véase: R. MICO 1991: «Objeto y discurso arqueológico. El Calcolítico del sudeste peninsular», Revista d'Arqueologia de Ponent, 1, pp. 51-70.

(10) MARTÍN SOCAS, D. 1978: «Aproximación a la Economía de la Mitad Meridional de la Península Ibérica durante el Eneolítico», Zephyrus, XXVIII-XXIX, pp. 163-190. MARTÍN SOCAS, D., M.ª D. CÁMALICH MASSIEU y E. TARQUIS RODRÍGUEZ 1983: «La cerámica con decoración pintada del Eneolítico en Andalucía Oriental», Tabona, N.S. IV, pp. 95-130.

(1l) Los más representativos son: SIRET, L. 1913: Questions de chronologie et d'etnographie ibériques I, Paris; LEISNER, G. y V. LEISNER 1943: Die Megalithgrüber der Iberischen Halbinsel: Der Süden. Berlín; ALMAGRO BASCH, M. y A. ARRIBAS PALAU 1963: El poblado y la necrópolis megalíticos de Los Millares (Sante Fe de Mondújar, Almería), Biblioteca Praehistorica Hispana, 3. Madrid; BLANCE, B. 197 l: Die Anfünge der Metallurgie auf der Iberischen Halbinsel, Studien zu den Anfángen der Metallurgie, 4. Berlín; SCHULE, W. 1970: «Navegación primitiva y visibilidad de la tierra en el Mediterráneo», Actas del XI Congreso Nacional de Arqueología, (Mérida 1969)-Zaragoza. pp. 449-462.

(12) BOSCH GIMPERA, P. 1920: «La arqueología prerromana hispánica». Apéndice a la traducción de Hispania, de A. Schulten, Barcelona. Idem. 1932: Etnología de la Península Ibérica, Barcelona; Idem. 1966: «Cultura megalítica portuguesa y culturas españolas», Guimarbes, LXXVI, pp. 249-307; Idem. 1969: «La cultura de Almería», Pyrenae, 5, pp. 47-93; LEISNER, G. y V. 195 l: Antas do Concelho de Reguengos de Monsaraz. Materiais para o estudo da cultura megalítica em Portugal, Lisboa; LEISNER, V. 1956-1965: Die Megalithgrüber der Iberischen Halbinsel. Der Western, Berlín; RENFREW, C. 1967: «Colonialism and Megalithism», Antiquity, XLI, pp. 276-288.

(13) SANGMEISTER, E, y H. SCHUBART 1982: Zambujal, Madrider Beitrage, 5.

(14) ROTHENBERG, B. y A. BLANCO 1981: Ancient Mining and Metallurgie in South-East Spain, Londres.

(15) GILMAN, A. 1976: «Bronze Age dynamics..., op. cit., pág. 313.; RAMOS MILLÁN, A. 1981: «Interpretaciones secuenciales..., op. cit., pág. 245; CHAPMAN, R. 1991: «La formación de..., op. cit., pp. 222-226.

(16) DELIBES, G., M. FERNÁNDEZ-MIRANDA, M.ª D. FERNÁNDEZ-POSSE y C. MARTÍN MORALES 1986: «El poblado de Almizaraque», Homenaje a L. Siret 1934-1984, (Cuevas del Almanzora 1984)-Sevilla, pp. 167-177.

(17) BOSCH GIMPERA, P. y F. LUXAN 1935: «Explotación de yacimientos argentíferos en el eneolítico de Almizaraque», Investigación y Progreso, IX, pp. 1 1 2-117.

(18) SIRET, L. 1948: «El Tell de Almizaraque y sus problemas», Cuadernos de Historia Primitiva, 3, pp. 117-124.

(19) RAMOS, A. 198 l: «Interpretaciones secuenciales..., op. cit., pág. 25 l.

(20) LULL, V. 1983: «La "cultura de.... op. cit.

(21) Los trabajos de excavación en este último yacimiento se han llevado a cabo en colaboración con un equipo de la Universidad de Granada, coordinado por F. Molina González.

(22) Para entender la problemática acerca de Almería, remitimos a los estudios más específicos: BOSCH GIMPERA, P. 1932: Etnología..., op. cit., pp. 124-146; Idem. 1969: «La cultura.... op. cit., pp. 47-93; LEISNER, G. y V. 11 943: Die Megalithgrüber..., op. cit., pp. 171-172; BLANCE, B. 1971: Die Anfünge.... op. cit.; ACOSTA MARTÍNEZ, M. P. y R. CRUZ-AUÑON 1981: «Los enterramientos de las fases iniciales en la "cultura de Almería", Habis, 12, pp. 39-71.

(23) CAMALICH MASSIEU, M.ª' D.; D. MARTÍN SOCAS; A. MEDEROS MARTÍN; P. GONZÁLEZ QUINTERO; J. LÓPEZ SALMERÓN y A. DÍAZ CANTÓN 1990: «Excavación arqueológica en el poblado de Zájara (Cuevas del Almanzora, Almería). Campaña de 1990», Anuario Arqueológico de Andalucía/1990, II (en prensa).

(24) MARTÍN SOCAS, D. y M.'! D. CAMALICH MASSIEU 1986: Las excavaciones en el poblado de Campos (Cuevas del Almanzora, Almería) y su problemática. «Homenaje a L. Siret (1934-1984)», Sevilla, pág. 190.

(25) ARTEAGA, O.; G. HOFFMANN; H. SCHUBART y H. D. SCHULZ 1988: «Investigaciones geológicas y arqueológicas sobre los cambios de la línea costera del litoral de la Andalucía mediterránea. Informe preliminar », Anuario Arqueológico de Andalucía 1985, II, pp. 117-125. HOFFMANN, G. 1988: Holozünstratigraphie und Kihtelinienverleregung an der andalusischen Mittelmeerküste, Berichte aus dem Fachbereich Geowissenschaften der Universitát Bremen, Bremen.

(26) NAVARRETE ENCISO, M.ª S. 1976: La Cultura de las Cuevas con cerámica decorada en Andalucía Oriental, Universidad de Granada.

(27) PELLICER, M. 1964: El Neolítico y el Bronce de la Cueva de la Carigüela de Piñar (Granada), Trabajos de Prehistoria, 15, Madrid; PELLICER, M. y P. ACOSTA 1982: «El Neolítico antiguo de Andalucía occidental», en Le Néolithique ancien méditerranéen. Actes du Colloque International de Préhistoire, Montpellier, pp. 49-60.

(28) PELLICER, M. 1963: Estratigrafia prehistórica de la Cueva de Nerja, Excavaciones Arqueológicas en España, 16, Madrid; Idem. 1983: «Neolítico meridional hispano: la Cueva de Nerja (Málaga)», en Premiéres Communautés Paysannes en Méditerranée Occidentale, Montpellier, pp. 171-172; PELLICER, M. y P. ACOSTA 1982: «El Neolítico.... op. cit.; Idem. 1986: «Neolítico y Calcolítico de la Cueva de Nerja», en J. A. JORDÁ (dir): La Prehistoria de la Cueva de Nerja (Málaga), Trabajos de la Cueva de Nerja, 1, pp.339-450.

(29) MARTÍN SOCAS, D.; M.ª D. CÁMALICH MASSIEU y P. GONZÁLEZ QUINTERO 1987: «Informe preliminar de la campaña de 1985 en la Cueva de El Toro de El Torcal (Antequera, Málaga), en Anuario Arqueológico de Andalucía/l985, II, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, pp. 233-240.

(30) VICENT, A. Mª y A. M.ª MUÑOZ 1973: Segunda campaña de excavaciones en la Cueva de Los Murciélagos, Zuheros (Córdoba), 1969, Excavaciones Arqueológicas en España, 77, Madrid.

(31) SIRET, E. y L. 1890: Las primeras edades..., op. cit., pp. 3-9 y fig. l. GOSSE, G. 194 l: «Aljoroque, estación neolítica inicial de la provincia de Almería», Ampurias, 3, pp. 63-84. ACOSTA MARTÍNEZ, P. 1976: «Excavaciones en el yacimiento de El Gárcel, Antas (Almería)», Noticiario Arqueológico Hispánico. Prehistoria, pp. 189-191.

(32) SIRET, E. y L. 1890: Las primeras edades..., op. cit., pp. 29-3 8 y fig. 3.

(33) ARRIBAS, A. y F. MOLINA 1987: «New Bell Beaker discoveries in the south-east Iberian peninsula», en W. H. WALDREN y R. C. KENNARD (eds), Bell Beakers of the Western Mediterranean, B.A.R. Int. Series, 331, Oxford, pp. 129-146. ARRIBAS, A.; F. MOLINA; L. SAEZ; F. DE LA TORRE; P. AGUAYO y T. NÁJERA 1981: «Excavaciones en Los Millares (Santa Fe de Mondújar)». Campaña 198 1, Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, 6, pp. 91-121.

(34) GONZÁLEZ QUINTERO, P.; A. DÍAZ CANTÓN; M.ª D. CÁMALICH MASSIEU; D. MARTÍN SOCAS; A. MEDEROS MARTÍN y J. LÓPEZ SALMERÓN 1990: «Prospección arqueológica superficial en la cuenca del Bajo Almanzora (Almería). Informe provisional de la campaña de 1990», Anuario Arqueológico Andaluz 1990/II, Sevilla, (en prensa).

(35) CHAPMAN, R. 1991: La formación de..., op. (,¡t., pp. 212-222.

(36) DELIBES, G.; M. FERNÁNDEZ-MIRANDA; M.ª D. FERNÁNDEZ-POSSE y C. MARTÍN 1986a: «Die kuperferzeitlichesiedlung von Almizaraque (Cuevas del Almanzora, prov. Almería)», Madrider Mitteilungen, 26, pp. 11-26; Idem. 1986b: «El poblado de ... », op. cit., pp. 165-177.

(37) MARTÍNEZ, G. y L. SAEZ 1984: «La Edad del Cobre en el Alto Almanzora. La Loma de los Cortijillos (Serón, Almería)», Cuadernos de Prehistoria de, la Universidad de Granada, 9, pp. 115-130.

(36) Actualmente en curso de estudio por un equipo de las universidades de La Laguna y Granada.

(39) ARTEAGA, O., G. HOFFMAN, H. SCHUBART y H. D. SCHULZ 1988: «Investigaciones geológicas y ... », OP cit., pp. 117-123.

(40) MARTÍN SOCAS, D. y M.ª D. CÁMALICH MASSIEU 1986: «Las excavaciones en ... », op. cit., pp. 178-191; MARTÍN SOCAS, D.; M.ª D. CÁMALICH MASSIEU; P. GONZÁLEZ QUINTERO; M.ª D. MENESES FERNÁNDEZ y A. MEDEROS MARTÍN 1985-1987: «El poblado de Campos (Cuevas del Almanzora, Almería). Resultado de las campañas de excavación de 1985 y 1986», Tabona, N.S. VI, pp. 129-146.

(41) CÁMALICH MASSIEU, Mª D.; D. MARTÍN SOCAS; A. MEDEROS MARTÍN; P. GONZÁLEZ QUINTERO; A. DÍAZ CANTÓN y J. LÓPEZ SALMERÓN 1990: Excavación arqueológica..., op. cit. (en prensa).

(42) Los trabajos han sido realizados por un equipo de las Universidades de La Laguna y Las Palmas de Gran Canaria, codirigido por P. González Quintero, A. Díaz Cantón y A. Mederos Martín.

(43) SIRET, E. y L. 1890: Las primeras edades..., pp. 69-80, láms. 9-1 l; MARTÍN SOCAS, D. y M.ª D. CÁMALICH MASSIEU 1986: «Las excavaciones en.... op. cit., pp. 178-191.

(44) MARTÍN SOCAS, D.; M.ªD. CÁMALICH MASSIEU; P. GONZÁLEZ QUINTERO; M.ª D. MENESES FERNÁNDEZ y A. MEDEROS MARTÍN 1985-1987: «El poblado de.... op. cit., pp. 129-146.

(45) CÁMALICH MASSIEU, M.ªD.; D. MARTÍN SOCAS, M.-ªD. MENESES FERNÁNDEZ, P. GONZÁLEZ QUINTERO y A. MEDEROS MARTÍN. 1990: «Excavaciones arqueológicas en el poblado, de Zájara (Cuevas del Almanzora, Almería). Campaña de 1987», Anuario de Arqueología Andaluza 1987. Sevilla, pp. 175-179; CÁMALICH MASSIEU, M.ª D.; D. MARTÍN SOCAS; A. MEDEROS MARTÍN; P. GONZÁLEZ QUINTERO; A. DÍAZ CANTÓN y J. LÓPEZ SALMERÓN 1992: «Informe provisional de.... op. Sit., (en prensa).

(46) MARTÍN SOCAS, D.; M.ªD. CÁMALICH MASSIEU; P. GONZÁLEZ QUINTERO, M.ª D. MENESES FERNÁNDEZ y A. MEDEROS MARTÍN 1985-1987: «El poblado de.... op. cit., pp. 136 y fig. 1.

(47) DELIBES, G.; M. FERNÁNDEZ MIRANDA; J. FERNÁNDEZ POSSE Y C. MARTÍN 1986: «El poblado de..., op. cit., pág. 170.

(48) MARTÍN SOCAS, D. y M.ªD. CÁMALICH MASSIEU 1986: «Las excavaciones en.... op. cit., pp. 184.

(49) NETOLITZKY, F. 1935: «Kulturplanzen und Holzreste aus dem práehistorischen Spanien und Portugal», Bulletin Faculti Stiinde din Cernanti, IX, pág. 4; TELLEZ, R. y F. CIFERRI 1954: Trigos arqueológicos de España, Madrid. RIVERA NÚÑEZ, D.; C. OBON DE CASTRO y A. ASCENCIO MARTINEZ 1988: «Arqueo-botánica y paleoetnobotánica en el Sureste de España. Datos Preliminares», 7rabajos de Prehistoria, 45, pp. 321, tabla 2.

(50) SIRET, E. y L. 1890: Las primeras edades... op. cit. pág. 74, lám. 1 0.

(5l) CÁMALICH MASSIEU, M.ª D.; D. MARTÍN SOCAS; P. GONZÁLEZ QUINTERO, A. MEDEROS MARTÍN, A. DÍAZ CANTÓN y J. LÓPEZ SALMERÓN 1992: «Informe provisional de.... op., cit. (en prensa)

(52) RENFREW, C. 1976: «Megaliths, territorios and populations», en S. J. DELAET (ed): Acculturation and Continuity in Atlantic Europe, Brujas, pp. 298-320. Idem. 1982: «Socioeconomie change in ranked societies», en C. RENFREW y S. SHENNAN (eds), Ranking, Resource and Exchange, Cambridge, pp. 1-8.